martes

Poker face

En la radiografía estaba claro: el hueso estaba roto.
Mi madre me llevó al hospital y allí después de llorar ante la médica, los otros pacientes, los familiares de los pacientes y las chicas que me pusieros el yeso, salí en silla de ruedas con un pronóstico nada bueno.
La médica de urgencias me dio cita para el miércoles 6 de abril por si "podía hacer algo" para que yo pudiera ir al viaje pero lo cierto es que el quinto metatarsiano del pie (creo que se escribe así)es un hueso bastante puñetero que tarde en soldarse.
Volví a casa en estado de shock. No comí, no bebí, no hablé... sólo lloré. Y también me tomé un par de valerianas, claro.

lunes

¿Qué me ocurre, Doctor?

Un rato después mis padres se presentaron para recogerme.
Por suerte soy bastante sincera con mis padres así que ellos ya sabían que había ido a una barrilada y también que había bebido. Nos ahorramos una ronda de preguntas y me llevaron directamente al ambulatorio.
Allí me vendaron el pie, me mandaron ibuprofeno y para casa.
Estuve sin poder andar todo el fin de semana y a partir del martes ya podía apoyar el pie.
El miércoles, cojeando, fui al instituto y andé más de la cuenta. El jueves casi no me podía mover. Bueno, esta bien, podía andar pero dolía...
Así que el jueves por la tarde volví al ambulatorio y esta vez no me mandaron ibuprofeno, me dieron malas noticias.

No me llores, por favor.

Según mi amiga estábamos a unos 10 minutos de la estación de autobuses así que cojeando y llorando seguí adelante.
Lo único que quería era parar a un taxi y decirle que me llevara al hospital más cercano. Pero, por desgracia para mí, no pasó ninguno.
Mis amigos intentaban consolarme y decían cosas como "tranquila que eso no es nada", claro, no es nada para ti cabrón insensible pero a mí me duele el pie! Al menos eso es lo que pensé pero lo único que hacía era llorar.
Mi madré me llamó y yo al escuchar la voz de mi querida madre e imaginarme en su regazo calentita y sin ningún dolor me derrumbé y comencé a llorar más fuerte. No era capaz de decir nada coherente así que mi amiga, a la que seguía hasta el fin del mundo, cogió el teléfono y comenzó a darle el parte médico a mi madre.

Crónica de una fiesta accidentada, Parte II

Comenzaba a oscurecer (regla nº4) y gran parte del grupo decidió irse. Yo también quería pero antes tenía que esperar a unas amigas que habían ido a dar una vuelta.
Cuando estas volvieron cogieron sus cosas y se fueron a buscar a otros amigos. Yo, aturdida (por el alcohol, por supuesto) vi cómo se marchaban sin que me diese tiempo a reaccionar así que me vi sola rodeada de borrachos (más borrachos que yo, claro).
Después de dar vueltas con otra amiga perdida, salir corriendo (regla nº3) cuando comenzaron a tirar proyectiles de cristal, encontrar a mis amigas y volverlas a perder, logré caminar hacia "la salida".
No sé si habéis estado alguna vez en una barrilada pero lo cierto esque "las salidas" suelen estar bastante concurridas.
De camino a no se dónde (regla nº5), estaba bastante desorientada y seguía a una amiga aunque me dijese que íbamos al fin del mundo, tropecé. ¿Con qué? Ni idea. ¿Cómo? Ni idea. Sólo se que un dolor punzante se instaló en mi pie.

domingo

Crónica de una fiesta accidentada, Parte I

Ilusionadas con la Fiesta de la Primavera era decir poco. Mis amigas y yo llevábamos semanas planeándolo.
Dejamos los libros en la taquilla, pedimos la comida para llevar en el burguer y compramos el alcohol en el supermercado.
Cogimos un bus y llegamos allí. Había mucha gente. Comenzamos a beber y a intentar contactar con amigos pero la falta de cobertura hizo que todos los que estaban en la barrilada estuviesen prácticamente aislados.
Mis amigas, que comenzaban a reirse por cualquier tontería y que empezaban a hablar con cualquier desconocido, se lo estaban pasando divinamente pero lo cierto esque yo estaba aburrida. Y no sólo porque estaba rodeada de borrachos indecentes que aprovechaban cualquier oportunidad para enseñar sus penes, también porque por más que intentaba buscar a mis amigos no veía a nadie.
Sabes cuál es esa sensación que sientes al estar en una piscina o en el mar en el que no tienes pie y estás cansada de nadar y empiezas a agobiarte porque no llegas al suelo y tampoco puedes seguir nadando?
Así me sentía yo. Rodeada de gente, de mucha gente, y sin cobertura. Me sentía perdida y agobiada.
Pero lo mejor aún no había llegado.

El comienzo

Os preguntaréis cómo me he podido partir el hueso del pie, no? Pues bien, todo comenzó un 25 de Marzo en la Fiesta de la Primavera.
Si quieres pasártelo bien en la Fiesta de la Primavera y no resultar herida tienes que seguir estas reglas:
1- Nada de alcohol.
2- La norma anterior no es técnicamente obligatoria aunque recomiendo algo flojito como sangría, tinto o cerveza.
3- Llevar ropa y zapatos cómodos (los zápatos son fundamentales por si tienes que salir corriendo)
4- No te quedes en la barrilada una vez que oscurezca.
5- Ten MUY claro cómo volver a tu casa una vez salgas de la barrilada.
Entonces, resumiendo, tenemos unas reglas muy sencillas: nada de alcohol fuerte, zápatos cómodos, hora de recogida temprana y una etiqueta con tu nombre y dirección en caso de que te pierdas...
Pues bien, yo no cumplí ninguna de las reglas.

Presentaciones

Vivo en el sur de España y estoy estudiando 2º de bachillerato. Modalidad: ciencias.
Este curso, sin lugar a dudas, ha sido el más duro de toda mi vida. Por primera vez he tenido que estudiar un par de días antes de un examen, algo raro en mí. No soy buena estudiante pero aún así apruebo y tengo una media más o menos buena.
La semana que viene, viernes 8 de abril, mis compañeros, amigos y profesores ponen rumbo a Berlín, viaje fin de curso. Yo me quedo en casa. Con el quinto metatarsiano del pie derecho roto.
Rocío. Me llamo Rocío. Aunque podéis llamarme "la chica". Al fin y al cabo yo soy "la chica con el pie escayolado".